
Quedarnos a vivir en España era algo que no estaba en los planes, pero la vida te sorprende y luego de seis años puedo hacer un poco de análisis, autocrítica y resumen de lo que ha pasado.
No voy a buscar meter a todos los argentinos en la misma bolsa, pero yo soy (o fui) de aquellos que no podían vivir sin sacar pecho y creerse lo mejor del mundo. Venía de ser una especie de maître en el restaurante donde trabajaba, tenía mis primeros estudios como sommelier y varios años de experiencia en gastronomía… Entonces, cuando me tocó subir al escenario de la repartición de currículums, apunté a los mejores lugares que encontraba.
Pero para esa primer hostia profesional falta todavía un poco más.
Era mediados del 2019. Me quedaba muy poco dinero, y aunque no tenía mis papeles en regla en ese momento, preguntaba en los todos y cada uno de los lugares que entraba: Me ofrecía para el puesto que fuese, porque por más inflado que se me vea el pecho, lo que lo mantuvo inflado siempre fue el saber que podía trabajar de lo que sea necesario. Pero ya no estaba en Argentina, y el trabajo en negro… no era tan común.
Por supuesto hubo excepciones, si no esta historia no existiría.
La rumana de La Luz fue la primera.