“𝘌𝘴𝘵𝘶𝘥𝘪𝘢 𝘺 𝘷𝘦𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘶𝘦𝘣𝘭𝘰, 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵é𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘣𝘢𝘳 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘥í𝘢.”
Un consejo de mi madre que últimamente no sale de mi cabeza.
-Bueno mamá, al final sí que estudié y sí que me fui del pueblo, pero sigo trabajando en el bar.
Porque sí, mamá, sabes que desde pequeño siempre me ha gustado estar detrás de una barra:
¿O no recuerdas cómo memoricé esa carta rudimentaria de cócteles que teníamos en el bar?
¿No recuerdas al pequeño mocoso que mezclaba todo lo que caía en su mano, cuando no llegaba a ver al cliente al otro lado de la barra y yo ya jugaba con esa coctelera?
Y es que últimamente pienso en ti, y en como tienes ese mal recuerdo de este gremio que tanto me gusta, sólo para llegar a una conclusión:
el problema no es que éste sea un trabajo duro, todos lo son, el problema de nuestro trabajo, con sus cosas buenas y malas, son las antiguas escuelas y formas,
el problema de nuestro trabajo, son los dueños que no ven en nosotros humanos iguales a ellos, ven perfiles que deben hacer y deshacer el trabajo que corresponde a dos trabajadores, que nos aprietan y estrujan porque es más barato explotar y quemar a una persona que contratar a dos.
El problema son los clientes que no ven en el personal del mundo de la hostelería trabajadores, ven 𝘀𝗶𝗲𝗿𝘃𝗼𝘀, gente acostumbrada a las viejas escuelas de “el cliente siempre tiene la razón” gente que si escuchasen a los profesionales que les atienden un poco más, y a su orgullo un poco menos, sabrían que realmente el cliente 𝗿𝗮𝗿𝗮 𝘃𝗲𝘇 𝗹𝗮 𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲.
En fin la total falta de respeto que se tiene a nuestro mundo, faltas de respeto por las que cada día luchamos para que desaparezcan,
para que el día de mañana vuelva la vista atrás y lo último que quiera decirle a mi hijo sea:
“E𝘴𝘵𝘶𝘥𝘪𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘣𝘢𝘳 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘺𝘰”.
POR ADRIÁN ROMERO @siroverdose