A contrarreloj, y con esa sensación de tragedia constante. Agobio, asfixia, malestar, presión. En fin, el punto de ebullición.
El plano secuencia ayuda a sumergir al espectador en la presión máxima en que dura el servicio, pero sobre todo empatiza con nuestra realidad, desde que llega el primer cliente hasta el final no hay pausas ni cortes y donde encontramos todo tipo de conflictos y adversidades que se suelen presentar en bares y restaurantes de alta cocina.
Todo lo que pueda salir mal, saldrá mal. El film plantea un reflejo perfecto y siniestro de esa frase. Un escenario donde todos los engranajes se desprenden y dentro de desesperación por querer solucionarlo, el tic tac se vuelve ensordecedor.
Mirar constantemente el abismo, con la risa por lo bajo y sonrisa forzada, rozando los ataques de ansiedad y los gritos dentro del pecho a punto de estallar.
-No sé como haces para separar tu trabajo con tu vida personal.
Errores en los canales de comunicación, el exceso de poco profesionalismo o cachondeo, sumado a las clásicas malas costumbres que lleva el individualismo, el egoísmo, el querer salvarse cada uno a sí mismo y no velar por el trabajo en equipo.
Los ojos juzgadores de la cocina puestos en la sala, los ojos juzgadores de la sala puestos en la cocina. Y el verdadero espectador ni siquiera es el cliente. El espectador es aquel que decide prestar atención a lo que nos rodea. En cada fin de jornada, algunos nos volvemos espectadores, comentamos acerca de cómo la cagamos, de como la arreglamos, de como evitamos el error de un compañero o de como logramos que nuestro invitado tenga una experiencia increíble.
Es difícil cuando en el mismo bote son sólo unos pocos aquellos que reman. En el mismo bote donde las prioridades de cada uno no son las mismas, donde sólo surge la competencia llena de incompetencia.
-Es su primer semana. Carly busca justificar un error de una compañera.
-Es su primer semana aquí. Pero no es su primer semana en una cocina, ¿O si?. Las cosas como son.
Volvemos a empezar, la misma historia de siempre: El foco siempre está en el problema, y en quien tiene la razón. Discusiones entre compañeros se repiten al menos cinco o seis veces a lo largo de la película. Malentendidos, rencores, faltas de respeto… hasta que llega el clímax.
-¿Qué voy a hacer ahora? Estoy jodido. Estoy de verdad jodido. La ansiedad de Jones se vuelve pánico.
-Lo superaremos. La digna resignación de aquella verdadera líder. La solución, buscar la solución, aceptar la situación en la que se está para trabajar en como resolverlo. Esa es la tarea del líder.
BOILING POINT le cala los huesos a cualquier personal gastronómico. Es la pesadilla de cada despacho vuelta realidad en una película. Toca casi todos los posibles escenarios que vivimos día y noche en los restaurantes. Es poética, es redonda, es brusca. Es el momento exacto del punto de ebullición.